El trabajo de consciencia supone un conocimiento profundo. Conocer lo que creíamos que éramos y lo que somos en realidad.

Este proceso de autoconocimiento nos ayuda a reconciliarnos con nosotros mismos, con nuestra historia, e incluso con nuestro linaje familiar.

Aprender a aceptarnos con nuestra luces y sombras, caminando hacia la integración que nos permita recuperar la armonía.

Durante este proceso atendemos tanto a los aspectos psicoemocionales como a los corporales, integrando técnicas de respiración y descarga psico-corporal que favorecen la apertura y la descarga de tensiones retenidas en el cuerpo.

Comprender las situaciones desde un punto de vista global, más allá del entendimiento racional, nos ayuda a integrar lo vivido, sin escisiones. Podemos llegar a un punto de partida distinto, de mayor aceptación, paz y amor. Querernos incondicionalmente, con lo bueno y con lo malo, supone empezar a reparar todo aquello que en su momento se dañó. Dejamos atrás el amor condicionado, para crecer emocionalmente.